Los locos años veinte
Todos hemos escuchado hablar acerca de "los locos años veinte", fenómeno mundial… aunque la moda llegó algo tarde debido a la Guerra Cristera y a la inundación de 1926, León no se quedó fuera.
Nos cuenta don Gilberto Guerra Mulgado en "León, su fundación y sus túneles": "Desde el punto de vista social, 1929 fue un año de choque generacional que amenazaba con romper con los cánones tradicionales. La exhibición del cine mudo y la introducción de las primeras películas sonoras, inclinó a los jóvenes de la alta burguesía local, a la adopción de las modas norteamericanas. Pronto se pasó de los bailes valseados a los charlestones, que se difundieron en la exhibición del cine mudo (…) Pero algo descomunal fue que las faldas, para el gusto de los caballeros, subieron unos centímetros arriba de las rodillas; y los cabellos tradicionalmente largos, fueron cortados en forma de melenas".
Y no sólo eso, para horror de la sociedad leonesa, en las fiestas se podía encontrar jovencitas maquilladas "exageradamente", usando largos collares de perlas hasta la cintura y fumando descaradamente con largas boquillas de "mujer fatal". Más de alguna señora copetona se desmayó al ver circular por las calles a estas señoritas usando pantalones de hombre, montadas en las bicicletas de aquellos tiempos.
Las faldas arriba del tobillo, las melenas cortas y los sombreros tipo canotier fueron un escándalo.
"Esta renovación cultural, fue algo que para las clases sociales más conservadoras representaba una agresión al pudor y la decencia. Tan eran consideradas una contracultura las costumbres norteamericanas, que las Damas Católicas, Los Caballeros de Colón y el clero, incitaban a las jovencitas a que colaboraran en campañas moralizadoras" –Continúa Guerra Mulgado-.
Por las calles de León, durante algunos meses, pudo verse a un grupo de señoras vestidas de negro (que se reunían en la calle de Belisario Dominguez), amonestando a las mujeres que llevaban la falda muy corta y a los hombres que se atrevían a usar sombreros de paja tipo canotier.
Incluso la iglesia promovió una campaña para que las familias dejaran de escuchar a las estaciones de radio que se atrevían a programar música de charleston, foxtrot, jazz o el incipiente swing.
Un año antes –noviembre de 1928- se había fundado el Club Rotario en la ciudad, el cual estuvo bajo el escrutinio del sexto obispo de León, don Emeterio Valverde y Téllez durante bastante tiempo, pues llegó a pensarse que era una avanzada de "las sectas protestantes norteamericanas" que querían apropiarse de las jóvenes consciencias leonesas.
El sector más cosmopolita de la burguesía leonesa, un grupo que se hacía llamar "Los Modernistas", argumentaban que los problemas de la ciudad (subempleo, prostitución, alcoholismo, etc.) se debían principalmente al infradesarrollo cultural y económico, y que para hacer atractiva la ciudad, había que transformarla.
"Activos y poseedores de poder, empezaron a promover que los campesinos y también los habitantes urbanos, dejaran de utilizar el sombrero de palma y el huarache; y las mujeres el rebozo, porque era inútil y antihigiénico. Para lograr su objetivo, salieron hasta la estación de La Trinidad (Santa Ana del Conde), donde distribuyeron decenas de sombreros texanos de fieltro y algodón, e incluso zapatos. Esta iniciativa de los "riquillos" por supuesto que fue muy criticada (…)" –Finaliza de contarnos don Gilberto Guerra.
La esquina de Madero y Hermanos Aldama en la década de 1920.
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