El cinematógrafo
Fue por 1904 que un alegre grupo musical montado sobre un tranvía de mulas comenzó a anunciar por las calles de León de una breve temporada de vistas con "movimiento" que se efectuarían en la antigua Plaza de Gallos, ubicada en la tercera cuadra de la hoy calle Juárez. Esto causó gran emoción en el pueblo, pues hasta entonces sus habitantes sólo habían podido disfrutar de las llamadas vistas "fijas", que no eran otra cosa que fotografías proyectadas sobre una lona y que mostraban sobre todo ciudades europeas.
Escribe don Timoteo Lozano en "Estampas Leonesas": "La diversión era patrocinada por la Compañía Cigarrera "La Tabacalera Mexicana", entonces en abierta competencia con "El Buen Tono", con la particularidad, negocio al fin, de que la entrada se obtenía mediante la entrega de diez cajetillas vacías de cigarros "La Sirena", una de las marcas de la negociación primeramente citada, pretendiendo desplazar no solamente a su rival, sino a las pequeñas fábricas locales de cigarros torcidos a mano, como "El Paso" y "Niño Fajado", y con precio de dos y tres centavos el "mazo".
El proyector que se usó en aquella época no fue otro que el famoso "Kinetoscopio" inventando por Edison, accionado a mano mediante una manija y que como fuente de luz utilizaba los famosos "carbones"; lámparas que producían luz mediante un arco voltaico pero que se fundían a cada rato y que producían tanto calor que frecuentemente prendían fuego a la película de nitro celulosa y en ocasiones al salón completo.
"Las vistas, como se les llamó, eran cortos, algunos a colores mediante el procedimiento de entintar las cintas después de tomadas, lo que explica sus deficiencias, y los argumentos se reducían a escenas familiares, carreras, diablillos que con sus pinchos atormentaban a quienes padecían cefalalgias, o mariposas que abrían y cerraban sus alas cambiando de tonalidades cada vez, lo que encantaba a la copiosa concurrencia que se hacía lenguas comentando las cosas que se inventaban". Nos cuenta don Timoteo Lozano.
No pasó mucho tiempo y la cigarrera "El Buen Tono" respondió ofreciendo exhibiciones nocturnas gratuitas en la Plaza Principal. Las películas se proyectaban sobre un lienzo previamente humedecido (para que no las abombara el viento) que se colocaba a un lado del Palacio Municipal, frente a lo que hoy es la Callejuela Padilla.
Escribe don Timoteo Lozano en "Estampas Leonesas": "La diversión era patrocinada por la Compañía Cigarrera "La Tabacalera Mexicana", entonces en abierta competencia con "El Buen Tono", con la particularidad, negocio al fin, de que la entrada se obtenía mediante la entrega de diez cajetillas vacías de cigarros "La Sirena", una de las marcas de la negociación primeramente citada, pretendiendo desplazar no solamente a su rival, sino a las pequeñas fábricas locales de cigarros torcidos a mano, como "El Paso" y "Niño Fajado", y con precio de dos y tres centavos el "mazo".
El proyector que se usó en aquella época no fue otro que el famoso "Kinetoscopio" inventando por Edison, accionado a mano mediante una manija y que como fuente de luz utilizaba los famosos "carbones"; lámparas que producían luz mediante un arco voltaico pero que se fundían a cada rato y que producían tanto calor que frecuentemente prendían fuego a la película de nitro celulosa y en ocasiones al salón completo.
"Las vistas, como se les llamó, eran cortos, algunos a colores mediante el procedimiento de entintar las cintas después de tomadas, lo que explica sus deficiencias, y los argumentos se reducían a escenas familiares, carreras, diablillos que con sus pinchos atormentaban a quienes padecían cefalalgias, o mariposas que abrían y cerraban sus alas cambiando de tonalidades cada vez, lo que encantaba a la copiosa concurrencia que se hacía lenguas comentando las cosas que se inventaban". Nos cuenta don Timoteo Lozano.
No pasó mucho tiempo y la cigarrera "El Buen Tono" respondió ofreciendo exhibiciones nocturnas gratuitas en la Plaza Principal. Las películas se proyectaban sobre un lienzo previamente humedecido (para que no las abombara el viento) que se colocaba a un lado del Palacio Municipal, frente a lo que hoy es la Callejuela Padilla.
Cigarrillos El Buen Tono patrocinaba funciones al aire libre en la Plaza Principal.
El público se instalaba en la bancas del jardín, sobre el empedrado y en los bordes del pozo artesiano que por entonces había al oeste de la plaza. Los comerciantes ambulantes hacían su agosto vendiendo cucuruchos de cacahuates, semillas y atados de naranjas, así como aguas frescas de limón, sandía y chía.
Las escenas que divertían en grande al público eran cortos de desfiles militares, persecuciones, caídas y chapuzones.
Años después dos individuos apodados "Los Cebollines", abrieron otra temporada en la Plaza de Gallos, los domingos exclusivamente, con las primeras películas de largo metraje; como "Los bandidos en automóvil" y "Redención". Fue en esta época que comenzó a usarse en León, como ya se hacía en otras partes del mundo, el piano que adecuaba la música y el tiempo a las exigencias de la acción.
Los primeros cines formales fueron "El Salón Verde" y "El Salón Rojo", instalados en dos grandes cocheras frente al templo del Oratorio, propiedad de don León Gay Aranda, los cuales se inauguraron en 1906 y donde los leoneses conocieron a Charlie Chaplin entre otros.
Tenían los dos salones el mismo programa, repartido en tandas de diez vistas, que duraban una hora aproximadamente. El precio de entrada era de veinte centavos en el salón verde y diez en el rojo. Por supuesto al primero asistía la "gente decente" y al segundo los "peladitos".
Años después fue construido el cine "Élite" en la calle Honda (Hermanos Aldama), edificio que luego fue ocupado por la "Compañía Telefónica Mexicana" y que luego y hasta ahora ocupa el periódico "El Heraldo".
Con el transcurso de los años, y después de que se prohibiera utilizar el Teatro Doblado como cinematógrafo, se construyeron los cines Ideal, Vera, Isabel, Hernán, León, Américas, Reforma, Coliseo, Estrella, Insurgentes, etc. Algunos cambiaron de nombre con el paso de los años… aunque ninguno logró sobrevivir a la modernidad de las salas múltiples que hoy encontramos en cada centro comercial.
Las escenas que divertían en grande al público eran cortos de desfiles militares, persecuciones, caídas y chapuzones.
Años después dos individuos apodados "Los Cebollines", abrieron otra temporada en la Plaza de Gallos, los domingos exclusivamente, con las primeras películas de largo metraje; como "Los bandidos en automóvil" y "Redención". Fue en esta época que comenzó a usarse en León, como ya se hacía en otras partes del mundo, el piano que adecuaba la música y el tiempo a las exigencias de la acción.
Los primeros cines formales fueron "El Salón Verde" y "El Salón Rojo", instalados en dos grandes cocheras frente al templo del Oratorio, propiedad de don León Gay Aranda, los cuales se inauguraron en 1906 y donde los leoneses conocieron a Charlie Chaplin entre otros.
Tenían los dos salones el mismo programa, repartido en tandas de diez vistas, que duraban una hora aproximadamente. El precio de entrada era de veinte centavos en el salón verde y diez en el rojo. Por supuesto al primero asistía la "gente decente" y al segundo los "peladitos".
Años después fue construido el cine "Élite" en la calle Honda (Hermanos Aldama), edificio que luego fue ocupado por la "Compañía Telefónica Mexicana" y que luego y hasta ahora ocupa el periódico "El Heraldo".
Con el transcurso de los años, y después de que se prohibiera utilizar el Teatro Doblado como cinematógrafo, se construyeron los cines Ideal, Vera, Isabel, Hernán, León, Américas, Reforma, Coliseo, Estrella, Insurgentes, etc. Algunos cambiaron de nombre con el paso de los años… aunque ninguno logró sobrevivir a la modernidad de las salas múltiples que hoy encontramos en cada centro comercial.
El Cine Isabel en el barrio de Santiago.
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