La Unión Cívica Leonesa
A finales de la década de 1930 la ciudad de León ya contaba con más de cien mil habitantes, pero la pésima administración del municipio no atendía los mínimos requerimientos, como alumbrado público, pavimento en las calles, alcantarillado, agua potable, seguridad etc., así es que la noche del 6 de julio de 1938, un grupo de ciudadanos preocupados resolvió constituir la Unión Cívica Leonesa (UCL), con el único fin de ponerse a trabajar por "Por un León mejor". La directiva quedó integrada por Ricardo Hernández Sorcini como presidente, Jesús Garibay como secretario y Florencio Quiroz como tesorero.
Unos años después, cuando se avecinaban las elecciones para presidente municipal, algunos miembros de la unión opinaban que no deberían participar en las elecciones, pues el sistema no garantizaba que los votos fueran respetados. Otros, como don Irineo Durán y Miguel Araujo estaban seguros que si se lo proponían, por fin lograrían llevar a la alcaldía a una autoridad realmente nombrada por el pueblo.
Por aquel entonces el partido en el poder era el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), heredero del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que había sido creado en 1929 por Plutarco Elías Calles y que algunos años después se llamaría Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Los perremistas y sus seguidores se burlaban de los miembros de la UCL diciendo que sus siglas significaban "Unos Cuantos Locos", pero aquellos les contestaban que los grandes cambios los comenzaban, en efecto, unos cuantos locos.
"Escogeremos a los candidatos entre personas que no apetecen los puestos públicos, ni quieren saber nada de campañas electorales. Se les llamará a que sirvan a la ciudad y no permitiremos que rehúsen la invitación, porque es deber de todos servir a la comunidad en que se vive. El propósito es formar un ayuntamiento no político, es decir, de personas que no hayan hecho de la política un oficio, y que no tengan necesidad ni pretensiones de vivir de los puestos públicos. En otras palabras, que quiere formar un cabildo municipal con los vecinos más aptos, honrados y dignos de confianza" (La voz de León, 30 de septiembre de 1945).
Unos años después, cuando se avecinaban las elecciones para presidente municipal, algunos miembros de la unión opinaban que no deberían participar en las elecciones, pues el sistema no garantizaba que los votos fueran respetados. Otros, como don Irineo Durán y Miguel Araujo estaban seguros que si se lo proponían, por fin lograrían llevar a la alcaldía a una autoridad realmente nombrada por el pueblo.
Por aquel entonces el partido en el poder era el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), heredero del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que había sido creado en 1929 por Plutarco Elías Calles y que algunos años después se llamaría Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Los perremistas y sus seguidores se burlaban de los miembros de la UCL diciendo que sus siglas significaban "Unos Cuantos Locos", pero aquellos les contestaban que los grandes cambios los comenzaban, en efecto, unos cuantos locos.
"Escogeremos a los candidatos entre personas que no apetecen los puestos públicos, ni quieren saber nada de campañas electorales. Se les llamará a que sirvan a la ciudad y no permitiremos que rehúsen la invitación, porque es deber de todos servir a la comunidad en que se vive. El propósito es formar un ayuntamiento no político, es decir, de personas que no hayan hecho de la política un oficio, y que no tengan necesidad ni pretensiones de vivir de los puestos públicos. En otras palabras, que quiere formar un cabildo municipal con los vecinos más aptos, honrados y dignos de confianza" (La voz de León, 30 de septiembre de 1945).
Una multitud se concentra frente a uno de los negocios de don Carlos Obregón en el cruce de 5 de Mayo y Pedro Moreno, frente a Correos.
Manuel Ávila Camacho, presidente de México, visitó León el 17 de septiembre. Cuando se encontraba con el gobernador del estado y el presidente municipal, algunos miembros de la UCL les entregaron una petición, en la que lo instaban a crear un ambiente de confianza, libertad y democracia para los próximos comicios. El domingo 24 de octubre, el periódico La Voz de León publicaba a ocho columnas: "León, primera ciudad del país que luchará por la libertad municipal".
Escribe don Alfredo Anda Páez en "León, cinco siglos contra viento y marea": "En todas las colonias y barrios de León se hizo campaña, el pueblo reunido en los mítines daba nombres de las personas idóneas para la candidatura a la alcaldía (…) La noche del miércoles 28 de noviembre se reunieron en la plaza la asamblea que nombraría candidato. Se registraron a varios ciudadanos y al sonar un nombre –Carlos Obregón- una larga, cerrada ovación, lo señaló candidato.
La Voz de León redactó: "Enorme sorpresa fue para don Carlos Obregón encontrarse, al llegar a su casa, con una multitud entusiasmada, cuyas antorchas iluminaban las calles de la colonia Bellavista y que lanzaba vivas estruendosas a su candidatura".
La Voz de León redactó: "Enorme sorpresa fue para don Carlos Obregón encontrarse, al llegar a su casa, con una multitud entusiasmada, cuyas antorchas iluminaban las calles de la colonia Bellavista y que lanzaba vivas estruendosas a su candidatura".
Don Carlos les agradeció y les dijo que no en un principio, pero terminó aceptando, cuando uno de los dirigentes de la UCL, entre otras cosas le dijo: "Es el pueblo el que va a sacar a un hombre que está en su oficina o en su casa, para pedirle que ocupe un puesto de elección popular. Esta multitud no viene a pedirle a usted que acepte, don Carlos. Viene nada más a comunicarle que lo ha escogido a usted, y que no puede rehusarse".
Don Carlos tenía cincuenta y seis años de edad, era bajito de cuerpo y la prosperidad de sus empresas demostraba que era un hombre que sabía administrar, aunque nunca había participado en una campaña política. Terminaría enfrentándose al doctor Ignacio Quiroz, impuesto por el Ernesto Hidalgo, gobernador de Guanajuato y apoyado por el presidente municipal, el doctor Muñoz Orozco y su grupo oficial.
Más de siete mil personas reunieron don Carlos y la UCL en la Plaza Principal el 3 de diciembre. Unos días más tarde, el día 12, se realizó la "manifestación monstruo", la cual salió de la calzada por la avenida Madero. Minutos después llego al centro, y ya frente al hotel Condesa le resultó imposible dar un paso, pues se encontraba llena de manifestantes jubilosos. Subió al primer piso del hotel, y desde allí le dirigió a sus seguidores unas pocas palabras llenas de sinceridad.
Remato diciendo: "Un cargo como el de presidente municipal no debe ser ocasión de negocio, sino medio de servir a la comunidad. Considero que mediante la aplicación honesta de los fondos públicos, podemos hacer de León la ciudad limpia, ordenada y decente que todos queremos".
Ya se retiraba cuando regresó al micrófono y añadió: "Ah, se me olvidaba, les ofrezco también que el sueldo que me asigne el erario, lo destinaré al orfanato de la ciudad".
Escribe don Alfredo Anda Páez en "León, cinco siglos contra viento y marea": "En todas las colonias y barrios de León se hizo campaña, el pueblo reunido en los mítines daba nombres de las personas idóneas para la candidatura a la alcaldía (…) La noche del miércoles 28 de noviembre se reunieron en la plaza la asamblea que nombraría candidato. Se registraron a varios ciudadanos y al sonar un nombre –Carlos Obregón- una larga, cerrada ovación, lo señaló candidato.
La Voz de León redactó: "Enorme sorpresa fue para don Carlos Obregón encontrarse, al llegar a su casa, con una multitud entusiasmada, cuyas antorchas iluminaban las calles de la colonia Bellavista y que lanzaba vivas estruendosas a su candidatura".
La Voz de León redactó: "Enorme sorpresa fue para don Carlos Obregón encontrarse, al llegar a su casa, con una multitud entusiasmada, cuyas antorchas iluminaban las calles de la colonia Bellavista y que lanzaba vivas estruendosas a su candidatura".
Don Carlos les agradeció y les dijo que no en un principio, pero terminó aceptando, cuando uno de los dirigentes de la UCL, entre otras cosas le dijo: "Es el pueblo el que va a sacar a un hombre que está en su oficina o en su casa, para pedirle que ocupe un puesto de elección popular. Esta multitud no viene a pedirle a usted que acepte, don Carlos. Viene nada más a comunicarle que lo ha escogido a usted, y que no puede rehusarse".
Don Carlos tenía cincuenta y seis años de edad, era bajito de cuerpo y la prosperidad de sus empresas demostraba que era un hombre que sabía administrar, aunque nunca había participado en una campaña política. Terminaría enfrentándose al doctor Ignacio Quiroz, impuesto por el Ernesto Hidalgo, gobernador de Guanajuato y apoyado por el presidente municipal, el doctor Muñoz Orozco y su grupo oficial.
Más de siete mil personas reunieron don Carlos y la UCL en la Plaza Principal el 3 de diciembre. Unos días más tarde, el día 12, se realizó la "manifestación monstruo", la cual salió de la calzada por la avenida Madero. Minutos después llego al centro, y ya frente al hotel Condesa le resultó imposible dar un paso, pues se encontraba llena de manifestantes jubilosos. Subió al primer piso del hotel, y desde allí le dirigió a sus seguidores unas pocas palabras llenas de sinceridad.
Remato diciendo: "Un cargo como el de presidente municipal no debe ser ocasión de negocio, sino medio de servir a la comunidad. Considero que mediante la aplicación honesta de los fondos públicos, podemos hacer de León la ciudad limpia, ordenada y decente que todos queremos".
Ya se retiraba cuando regresó al micrófono y añadió: "Ah, se me olvidaba, les ofrezco también que el sueldo que me asigne el erario, lo destinaré al orfanato de la ciudad".
Panfletos que repartia la Unión Cívica Leonesa para convocar al pueblo a los mítines.
Continúa relatando don Alfredo Anda: "El domingo 16 de diciembre de 1945 fue un día histórico. Como nunca antes había sucedido, los leoneses acudieron desde temprano a votar (…) Al abrirse las puertas, hallaron ya instalada una mesa usurpadora, compuesta de políticos profesionales (…) Los cinco primeros electores, haciendo a un lado a los usurpadores, asumieron, en casi todas las casillas, sus funciones como integrantes de la mesa. Pero no había padrones, ni boletas, ni formas de actas, ni instaladores oficiales.
Se empezó a recibir la votación de la única forma posible: haciendo listas o padrones, levantando actas y haciendo constar el voto por escrito, bajo firma o huellas digitales. La votación fue copiosísima. La victoria de don Carlos Obregón, fue aplastante, y así lo celebraba el pueblo. El jueves 20 se haría el conteo de votos.
Amaneció el día 20 y el pueblo que desde temprano se echó a la calle, pudo ver entonces que un cordón de tropas cercaba la Plaza Principal e impedía el acceso a la calle donde estaba ubicado el recinto oficial de la junta computadora (el cine Ideal). Ahí una pandilla falsificaba votos con la intención de burlar la voluntad del pueblo.
Ante esta situación, los legítimos presidentes de casillas procedieron a hacer su cómputo en la Plaza de la Industria, vecina a la principal".
Se empezó a recibir la votación de la única forma posible: haciendo listas o padrones, levantando actas y haciendo constar el voto por escrito, bajo firma o huellas digitales. La votación fue copiosísima. La victoria de don Carlos Obregón, fue aplastante, y así lo celebraba el pueblo. El jueves 20 se haría el conteo de votos.
Amaneció el día 20 y el pueblo que desde temprano se echó a la calle, pudo ver entonces que un cordón de tropas cercaba la Plaza Principal e impedía el acceso a la calle donde estaba ubicado el recinto oficial de la junta computadora (el cine Ideal). Ahí una pandilla falsificaba votos con la intención de burlar la voluntad del pueblo.
Ante esta situación, los legítimos presidentes de casillas procedieron a hacer su cómputo en la Plaza de la Industria, vecina a la principal".
Don Guadalupe Durán fue designado presidente de la junta computadora, se hicieron los conteos y resulto que don Carlos Obregón obtuvo 22,173 votos contra 58 del candidato del PRM.
De nada sirvió; el aparato oficial "obtuvo" unas cifras diferentes y dio como ganador al doctor Ignacio Quiroz, sin importarle la indignación del pueblo que se quejaba ante los gobiernos estatal y federal.
Se empezó a recibir la votación de la única forma posible: haciendo listas o padrones, levantando actas y haciendo constar el voto por escrito, bajo firma o huellas digitales. La votación fue copiosísima. La victoria de don Carlos Obregón, fue aplastante, y así lo celebraba el pueblo. El jueves 20 se haría el conteo de votos.
Amaneció el día 20 y el pueblo que desde temprano se echó a la calle, pudo ver entonces que un cordón de tropas cercaba la Plaza Principal e impedía el acceso a la calle donde estaba ubicado el recinto oficial de la junta computadora (el cine Ideal). Ahí una pandilla falsificaba votos con la intención de burlar la voluntad del pueblo.
Ante esta situación, los legítimos presidentes de casillas procedieron a hacer su cómputo en la Plaza de la Industria, vecina a la principal".
Se empezó a recibir la votación de la única forma posible: haciendo listas o padrones, levantando actas y haciendo constar el voto por escrito, bajo firma o huellas digitales. La votación fue copiosísima. La victoria de don Carlos Obregón, fue aplastante, y así lo celebraba el pueblo. El jueves 20 se haría el conteo de votos.
Amaneció el día 20 y el pueblo que desde temprano se echó a la calle, pudo ver entonces que un cordón de tropas cercaba la Plaza Principal e impedía el acceso a la calle donde estaba ubicado el recinto oficial de la junta computadora (el cine Ideal). Ahí una pandilla falsificaba votos con la intención de burlar la voluntad del pueblo.
Ante esta situación, los legítimos presidentes de casillas procedieron a hacer su cómputo en la Plaza de la Industria, vecina a la principal".
Don Guadalupe Durán fue designado presidente de la junta computadora, se hicieron los conteos y resulto que don Carlos Obregón obtuvo 22,173 votos contra 58 del candidato del PRM.
De nada sirvió; el aparato oficial "obtuvo" unas cifras diferentes y dio como ganador al doctor Ignacio Quiroz, sin importarle la indignación del pueblo que se quejaba ante los gobiernos estatal y federal.
Soldados frente a Palacio Municipal.
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