La Calzada de los Héroes
En la época del virreinato existía en la parte oriente de la villa, sobre lo que hoy es el Río de los Gómez, un puente conocido como "Puente de las Ovejas", donde por centurias enteras se acumularon deshechos e inmundicias. En ese lugar, en 1838, mandó construir el entonces alcalde don Julián de Obregón el antiguo Puente de la Calzada. Fue edificado para que carruajes, personas y animales no tuvieran que atravesar las pestilentes aguas negras que por allí corrían. Dicho paso dio la bienvenida a la gente que visitó nuestra ciudad durante 119 años; desde 1849 hasta que en 1968 el presidente municipal Lorenzo Rodríguez Garza, en un afán "modernizador" decidió tirarlo, pues "no era un monumento colonial ni ostentaba belleza arquitectónica alguna".
En 1968, el presidente municipal Lorenzo Rodríguez Garza, decide tirar el antiguo puente de la calzada, pues "no era un monumento colonial ni ostentaba belleza arquitectónica alguna".
Ese mismo año, el gobernador don Juan Morales, decidió que el nuevo puente debería comunicarse con la avenida principal, la llamada "Del Sol Naciente" (hoy Madero), mediante una calzada que fuera motivo de ornato y decoración, pues las obras de empedrado de la Plaza Mayor habían avanzado y casi estaban concluidas.
El prefecto don Julián de Obregón recibió la orden –fechada el 6 de julio de 1838- con verdadero beneplácito y comenzó a cobrar peaje a todo carruaje y recua de mulas. Dinero que se invertiría en la construcción de esta nueva avenida.
Escribe el licenciado Gonzalo Torres: "El 8 de febrero de 1840, don Miguel Urteaga vende a don Julián de Obregón, prefecto del distrito, una fracción de su Hacienda de San Nicolás, situada al oriente de la ciudad, con el objeto de que el Ayuntamiento construya una calzada al final de la calle del Sol Divino (…) que conduzca al Río de los Gómez (…) que facilite el paso para el camino real que conduce a la Ciudad de México".
Desafortunadamente el dinero hubo de usarse para enfrentar las diversas epidemias de cólera y viruela que azotaron a la población por aquellas fechas y las obras de la calzada debieron suspenderse. Transcurrieron doce años, y en 1850 el gobierno del estado decide terminar definitivamente la obra, que muchos lustros después se embellecería con el arco que hoy es símbolo de la ciudad.
El prefecto don Julián de Obregón recibió la orden –fechada el 6 de julio de 1838- con verdadero beneplácito y comenzó a cobrar peaje a todo carruaje y recua de mulas. Dinero que se invertiría en la construcción de esta nueva avenida.
Escribe el licenciado Gonzalo Torres: "El 8 de febrero de 1840, don Miguel Urteaga vende a don Julián de Obregón, prefecto del distrito, una fracción de su Hacienda de San Nicolás, situada al oriente de la ciudad, con el objeto de que el Ayuntamiento construya una calzada al final de la calle del Sol Divino (…) que conduzca al Río de los Gómez (…) que facilite el paso para el camino real que conduce a la Ciudad de México".
Desafortunadamente el dinero hubo de usarse para enfrentar las diversas epidemias de cólera y viruela que azotaron a la población por aquellas fechas y las obras de la calzada debieron suspenderse. Transcurrieron doce años, y en 1850 el gobierno del estado decide terminar definitivamente la obra, que muchos lustros después se embellecería con el arco que hoy es símbolo de la ciudad.
En 1838, el gobernador don Juan Morales, decide que el nuevo puente que cruzaba el río de los Gómez debería comunicarse con la avenida principal mediante una calzada que fuera motivo de ornato y decoración.
Una breve descripción de la calzada nos la ofrece el doctor García Saavedra, en sus Apuntes Geográficos y Estadísticos de la Ciudad de León, publicados en 1872: "En las orillas de la ciudad hay fértiles huertas muy concurridas, sobre todo en tiempos de frutas; pero los principales paseos públicos son: el de la calzada; está en el principio del camino para Guanajuato: tiene 460 metros de largo, formado por tres calles, la del centro enladrillada, adornada con dos hileras de naranjos, rosales y varios arriates que sirven de cómodos asientos.
Las otras dos calles son para el tránsito de coches y caballos, están limitadas por dos bardas de cal y canto, y tiene cuatro hileras de hermosos fresnos que en muchos puntos se tocan por sus copos, formando una fresca y agradable enramada. A los lados están varios pedazos de terreno cubiertos de variedad de flores y verduras, dos casas de campo, una de ellas con un elegante jardín. Este paseo es muy concurrido, sobre todo en los días feriados y en los de festividades cívicas; es verdaderamente hermoso, y de él dice el Dr. Romero en su obra citada: "El paseo de la calzada elegante y pintoresco, que se encuentra por el camino a Silao, es digno de una capital Europea".
Las otras dos calles son para el tránsito de coches y caballos, están limitadas por dos bardas de cal y canto, y tiene cuatro hileras de hermosos fresnos que en muchos puntos se tocan por sus copos, formando una fresca y agradable enramada. A los lados están varios pedazos de terreno cubiertos de variedad de flores y verduras, dos casas de campo, una de ellas con un elegante jardín. Este paseo es muy concurrido, sobre todo en los días feriados y en los de festividades cívicas; es verdaderamente hermoso, y de él dice el Dr. Romero en su obra citada: "El paseo de la calzada elegante y pintoresco, que se encuentra por el camino a Silao, es digno de una capital Europea".
Fue en 1851 que llegó a la gubernatura del estado de Guanajuato el abogado leonés don Octaviano Muñoz Ledo, hombre altamente benéfico y distinguido miembro del Partido Conservador.
Don Sóstenes Lira califica a Muñoz Ledo como uno de los mejores gobernantes que ha tenido el estado, y establece que "León le debe a este su hijo, el primer telégrafo, que durante su gobierno construyó de su propio peculio (…) siendo esta línea la segunda en la república (…)".
Dicha línea telegráfica, que la conectaba con la ciudad de México y puntos intermedios, fue terminada el 1 de octubre de 1853.
Las otras dos calles son para el tránsito de coches y caballos, están limitadas por dos bardas de cal y canto, y tiene cuatro hileras de hermosos fresnos que en muchos puntos se tocan por sus copos, formando una fresca y agradable enramada. A los lados están varios pedazos de terreno cubiertos de variedad de flores y verduras, dos casas de campo, una de ellas con un elegante jardín. Este paseo es muy concurrido, sobre todo en los días feriados y en los de festividades cívicas; es verdaderamente hermoso, y de él dice el Dr. Romero en su obra citada: "El paseo de la calzada elegante y pintoresco, que se encuentra por el camino a Silao, es digno de una capital Europea".
Las otras dos calles son para el tránsito de coches y caballos, están limitadas por dos bardas de cal y canto, y tiene cuatro hileras de hermosos fresnos que en muchos puntos se tocan por sus copos, formando una fresca y agradable enramada. A los lados están varios pedazos de terreno cubiertos de variedad de flores y verduras, dos casas de campo, una de ellas con un elegante jardín. Este paseo es muy concurrido, sobre todo en los días feriados y en los de festividades cívicas; es verdaderamente hermoso, y de él dice el Dr. Romero en su obra citada: "El paseo de la calzada elegante y pintoresco, que se encuentra por el camino a Silao, es digno de una capital Europea".
Fue en 1851 que llegó a la gubernatura del estado de Guanajuato el abogado leonés don Octaviano Muñoz Ledo, hombre altamente benéfico y distinguido miembro del Partido Conservador.
Don Sóstenes Lira califica a Muñoz Ledo como uno de los mejores gobernantes que ha tenido el estado, y establece que "León le debe a este su hijo, el primer telégrafo, que durante su gobierno construyó de su propio peculio (…) siendo esta línea la segunda en la república (…)".
Dicha línea telegráfica, que la conectaba con la ciudad de México y puntos intermedios, fue terminada el 1 de octubre de 1853.
"El paseo de la calzada elegante y pintoresco, que se encuentra por el camino a Silao, es digno de una capital Europea". Así describía el doctor Romero a la Calzada de los Héroes.
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