La Presa de El Palote
Corría el año de 1644, apenas habían pasado 68 años de la fundación de la Villa de León, cuando su alcalde, don Alonso Aguilar y Ventosillo, solicitó al virrey que se le mercedaran dos ojos de agua que se encontraban al norte de la villa y que daban origen a dos arroyos: uno llamado Diego de Castilla y otro denominado del Palote.
A lo largo de los años el terreno fue utilizado como garita, lugar de comercio, ganadería y cultivo. Cambió de propietario en varias ocasiones, hasta que fue convertido en la Hacienda del Palote.
Es en 1758 que se construyen allí unas trojes de estilo neoclásico con arcos de medio punto y techo en forma de bóveda, cuyas ruinas de calicanto y piedra, ya muy destruidas, aún pueden apreciarse cuando baja el nivel de las aguas de la presa.
En 1763 la propiedad les fue donada a los padres de la orden de San Felipe Neri, a quienes les fue confiscada en 1857 debido a las leyes liberales de reforma dictadas por el presidente Benito Juárez, que nacionalizó todos los bienes de la iglesia.
Transcurrieron los años y la hacienda se transformó en dos. Una fue rebautizada como Hacienda La Patiña, aunque la principal continuó manteniendo el nombre original del Palote.
En 1900, don Jesús Ramírez compró la hacienda, convirtiéndose así en su último dueño particular, pues en 1953 la Secretaría de Recursos Hidráulicos, el Ayuntamiento, el gobierno del estado y la entonces Junta de Agua Potable, deciden construir allí una presa que controlara las aguas que bajaban de las sierras de Comanja y Guanajuato, que inundaban a León cada año desde su fundación.
Es en 1758 que se construyen allí unas trojes de estilo neoclásico con arcos de medio punto y techo en forma de bóveda.
Años después, en 2016, el nieto de don Jesús, Oscar Ramírez, logró demostrar que su abuelo no fue debidamente indemnizado, por lo que un juez le otorgó la posesión de más de 9 mil metros cuadrados del Parque Metropolitano. Fue hasta nueve meses después, ya en 2017, que el municipio intercambió estos terrenos por otros con el nieto de don Jesús y recuperó la zona conocida como “La Playita”.
El 17 de noviembre de 1953 se bendijo el lugar donde sería construida la cortina, cuyos materiales fueron extraídos de un terreno que se encontraba enfrente y que dieron origen a la laguna del parque de Los Cárcamos.
La compañía La Victoria y Asociados se encargó de la construcción entre 1953 y 1954, pero no fue hasta 1955 que el vaso de la presa comenzó a llenarse. Entre 1976 y 1980 se elevó dos metros más el vertedor, con el propósito de ampliar la capacidad de controlar las avenidas de agua provenientes de la sierra.
Durante los siguientes cuarenta años, la presa y sus alrededores vieron de todo, pues allí los policías judiciales y los criminales arrojaban los cuerpos de sus víctimas; los enamorados furtivos estacionaban sus autos entre los árboles y las orillas se convertían en destino turístico de consuelo para quienes no podían ir a la playa en verano o semana santa, lo que desgraciadamente cada año producía varios ahogados y diversas tragedias producidas por el consumo excesivo de alcohol.
Fue hasta 1992 cuando las autoridades municipales y estatales invirtieron en una primera y segunda etapa, la cantidad de 5 millones 950 mil pesos, para su transformación en un centro de turismo, recreación y deporte que hoy conocemos como “Parque Metropolitano de León”, inaugurado el 5 de diciembre de 1993.
“Parque Metropolitano de León”, inaugurado el 5 de diciembre de 1993.
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