La huerta de Uraga
La avenida Miguel Alemán fue originalmente el arroyo de Machihues, y para cruzarlo por la calle de La Compañía (Hoy Álvaro Obregón) era necesario usar un puentecito al que se le dio el pomposo y engañoso nombre de "Puente de la Plata".
A mediados del Siglo XIX aún no existía el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe ni estaba poblado el "Cerrito de San Lorenzo"; en cambio toda esa zona (Que hoy cruzan las calles Gardenia, Azucena, Clavel y Obreros) era conocida como la "Huerta de Uraga".
Aquella huerta había sido propiedad de don Ignacio Obregón, quien se la heredó a su hija doña Rosa, casada con el general José López Uraga.
Uraga era un general mexicano que había luchado en la guerra de Reforma al lado de don Benito Juárez. Tan agradecido quedó el "Benemérito de las Américas" que le regalo al militar las Islas Marías con la condición de que no se las vendiera o rentara a ningún extranjero.
Desde el arroyo de Machihues y hasta lo que hoy es la calle Antillón, corría una pared de piedra con ventanas protegidas con rejas de hierro. En medio se convertía en un semicírculo entrante y en medio una gran puerta que conducía a una gran avenida de hermosos fresnos. A la izquierda se encontraba una huerta frutal y a la izquierda un jardín en el que se levantaba un amplio pabellón con una escalera que se dividía en dos ramas y que en el centro tenía un lago artificial alimentado por un surtidor.
A mediados del Siglo XIX aún no existía el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe ni estaba poblado el "Cerrito de San Lorenzo"; en cambio toda esa zona (Que hoy cruzan las calles Gardenia, Azucena, Clavel y Obreros) era conocida como la "Huerta de Uraga".
Aquella huerta había sido propiedad de don Ignacio Obregón, quien se la heredó a su hija doña Rosa, casada con el general José López Uraga.
Uraga era un general mexicano que había luchado en la guerra de Reforma al lado de don Benito Juárez. Tan agradecido quedó el "Benemérito de las Américas" que le regalo al militar las Islas Marías con la condición de que no se las vendiera o rentara a ningún extranjero.
Desde el arroyo de Machihues y hasta lo que hoy es la calle Antillón, corría una pared de piedra con ventanas protegidas con rejas de hierro. En medio se convertía en un semicírculo entrante y en medio una gran puerta que conducía a una gran avenida de hermosos fresnos. A la izquierda se encontraba una huerta frutal y a la izquierda un jardín en el que se levantaba un amplio pabellón con una escalera que se dividía en dos ramas y que en el centro tenía un lago artificial alimentado por un surtidor.
Aquella huerta había sido propiedad de don Ignacio Obregón, quien se la heredó a su hija doña Rosa, casada con el general José López Uraga.
En la parte superior del pabellón había una amplia galería con dos cuartos pequeños, decorados con influencia francesa, forrados con tapices de aquel país e iluminados con candiles finos de prismas. Hacia el norte la galería tenía una escalera en cuya parte inferior había dos columnas y en cada una de ellas un león; por allí se descendía a otra avenida con nogales y unas glorietas sombreadas por los árboles con fuentes y surtidores de agua.
Como ya contamos anteriormente, en 1862 los franceses invadieron México y el general se pasó al lado de Maximiliano, convirtiéndose en escolta de la emperatriz Carlota. Desde entonces se le consideró traidor a la patria. Le fueron enajenadas las Islas Marías que pasaron a ser patrimonio de la nación y López Uraga, con su familia, fue desterrado. Muere en San Francisco, California en 1885.
La huerta fue comprada por don Ramón Rembez, quien llegó a León como soldado del ejército invasor, se quedó a vivir aquí, hizo fortuna y se casó con la señorita Jesusa Guedea.
Rembez se puso a construir casas en lo que una vez fue la hermosa huerta y jardín. El pabellón fue invadido por su fábrica de muebles y en poco tiempo las escaleras se vinieron abajo, desapareciendo hasta los últimos restos. Después el ojo de agua se secó.
Durante un tiempo también allí se instaló un hotel llamado Colón y en 1894 el francés estableció la fundidora "La Esperanza", que años más tarde fue el colegio de las religiosas teresianas, quienes lo entregaron durante la Revolución (1914) a la profesora Eufrasia Pantoja.
Hoy no queda el mínimo rastro del jardín donde la aristocracia leonesa organizó un suntuoso baile al emperador Maximiliano en su visita a nuestra ciudad, el 30 de septiembre de 1864.
Como ya contamos anteriormente, en 1862 los franceses invadieron México y el general se pasó al lado de Maximiliano, convirtiéndose en escolta de la emperatriz Carlota. Desde entonces se le consideró traidor a la patria. Le fueron enajenadas las Islas Marías que pasaron a ser patrimonio de la nación y López Uraga, con su familia, fue desterrado. Muere en San Francisco, California en 1885.
La huerta fue comprada por don Ramón Rembez, quien llegó a León como soldado del ejército invasor, se quedó a vivir aquí, hizo fortuna y se casó con la señorita Jesusa Guedea.
Rembez se puso a construir casas en lo que una vez fue la hermosa huerta y jardín. El pabellón fue invadido por su fábrica de muebles y en poco tiempo las escaleras se vinieron abajo, desapareciendo hasta los últimos restos. Después el ojo de agua se secó.
Durante un tiempo también allí se instaló un hotel llamado Colón y en 1894 el francés estableció la fundidora "La Esperanza", que años más tarde fue el colegio de las religiosas teresianas, quienes lo entregaron durante la Revolución (1914) a la profesora Eufrasia Pantoja.
Hoy no queda el mínimo rastro del jardín donde la aristocracia leonesa organizó un suntuoso baile al emperador Maximiliano en su visita a nuestra ciudad, el 30 de septiembre de 1864.
Hoy no queda el mínimo rastro del jardín donde la aristocracia leonesa organizó un suntuoso baile al emperador Maximiliano en su visita a nuestra ciudad, el 30 de septiembre de 1864.
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