Don Ignacio Obregón
Era el hombre más rico de la villa de León al inicio del siglo XIX, un personaje harto importante, amigo íntimo de José de Iturrigaray, quincuagésimo sexto Virrey de la Nueva España.
Se trataba nada más y nada menos que del coronel don Ignacio Obregón -hijo natural de don Antonio de Obregón y Alcocer, El Conde de la Valenciana- razón por la cual la noticia de que lo encontraran muerto en su alcoba corrió como pólvora por el pueblo a pesar de ser domingo por la noche.
Fue doña Rosalía Gómez Poleo de Obregón, su esposa, quien halló el cadáver apenas regresó del día de campo al que había llevado a su numerosa prole.
Vivían en una elegante mansión, construida a finales del siglo XVIII en la esquina de la calle del Cirineo y la Azucena, que luego se llamarían de la Compañía Nueva y Pachecos; hoy en día Pedro Moreno y 5 de Mayo. Parte de esa casa aún la podemos ver en la columna barroca que allí se encuentra, de la cual platicaremos más adelante.
Tenía un amplio patio rodeado por cuatro corredores y balcones sostenidos por arcos y elegantes columnas jónicas; además un gran número de piezas de vastas dimensiones, seguido de un segundo patio para la servidumbre casi tan amplio como el primero y espaciosas caballerizas. Un majestuoso zaguán con puerta entablerada y claveteada de bronce daba a la calle de Pachecos y una cochera para varios carruajes tenía entrada por la calle de la Compañía.
En la década de 1940 se le agregó un segundo piso, las jambas de las ventanas fueron alargadas para convertirlas en puertas y aparadores, se cegaron algunos arcos que rodeaban su majestuoso patio y este último fue techado.
Las circunstancias de su muerte nunca se esclarecieron del todo, sin embargo la gente comenzó a decir que fue su amigo el virrey quien lo había mandado asesinar, pues descubrió que don Ignacio había intentado seducir a la virreina doña Inés de Jáuregui; pero para evitar el escándalo y la infamia a ambas familias, se le había hecho gracia especial de no morir en el patíbulo y se le concedió que esperase en su casa de la ciudad de León a los verdugos que habrían de ejecutar la sentencia.
Nada más lejos de la realidad…
Se trataba nada más y nada menos que del coronel don Ignacio Obregón -hijo natural de don Antonio de Obregón y Alcocer, El Conde de la Valenciana- razón por la cual la noticia de que lo encontraran muerto en su alcoba corrió como pólvora por el pueblo a pesar de ser domingo por la noche.
Fue doña Rosalía Gómez Poleo de Obregón, su esposa, quien halló el cadáver apenas regresó del día de campo al que había llevado a su numerosa prole.
Vivían en una elegante mansión, construida a finales del siglo XVIII en la esquina de la calle del Cirineo y la Azucena, que luego se llamarían de la Compañía Nueva y Pachecos; hoy en día Pedro Moreno y 5 de Mayo. Parte de esa casa aún la podemos ver en la columna barroca que allí se encuentra, de la cual platicaremos más adelante.
Tenía un amplio patio rodeado por cuatro corredores y balcones sostenidos por arcos y elegantes columnas jónicas; además un gran número de piezas de vastas dimensiones, seguido de un segundo patio para la servidumbre casi tan amplio como el primero y espaciosas caballerizas. Un majestuoso zaguán con puerta entablerada y claveteada de bronce daba a la calle de Pachecos y una cochera para varios carruajes tenía entrada por la calle de la Compañía.
En la década de 1940 se le agregó un segundo piso, las jambas de las ventanas fueron alargadas para convertirlas en puertas y aparadores, se cegaron algunos arcos que rodeaban su majestuoso patio y este último fue techado.
Las circunstancias de su muerte nunca se esclarecieron del todo, sin embargo la gente comenzó a decir que fue su amigo el virrey quien lo había mandado asesinar, pues descubrió que don Ignacio había intentado seducir a la virreina doña Inés de Jáuregui; pero para evitar el escándalo y la infamia a ambas familias, se le había hecho gracia especial de no morir en el patíbulo y se le concedió que esperase en su casa de la ciudad de León a los verdugos que habrían de ejecutar la sentencia.
Nada más lejos de la realidad…
Como luce hoy en día la mansión que mandara construir don Ignacio Obregón en el siglo XVIII.
Resulta que el mandato de Iturrigaray se había caracterizado por aprovecharse de su puesto para enriquecerse, lo que le generó numerosos enemigos que solo esperaban un error de su parte para deshacerse de él.
Obregón se había enriquecido gracias a la explotación de las minas de Catorce que le habían sido mercedadas gracias a la intercesión de la virreina, quien también le otorgó el grado de coronel del regimiento de Dragones de la Reina en Aguascalientes.
Cuando Napoleón invadió España, el rey Fernando VII abdicó al trono e Iturrigaray convocó a una junta de funcionarios para decidir las acciones a tomar. Sus enemigos reconocieron la oportunidad y acusaron al virrey de traidor al querer "declarar la independencia de México".
Para defenderse hizo avanzar sobre la capital del país los regimientos de Celaya y Aguascalientes, este último comandado por su íntimo amigo don Ignacio Obregón.
Iturrigaray fue aprehendido el 16 de septiembre de 1808 y días después fue enviado a España para que se le juzgase. Obregón también fue aprehendido, sin embargo logró escapar brincando por las azoteas de las casas vecinas.
Se escondió en su residencia, pero a finales de 1808 los espías realistas lograron dar con él y lo sacrificaron sin ruido ni escándalo en la quietud de aquel domingo leonés.
La columna de cantera que aún sobrevive y adorna la esquina exterior de aquella mansión fue restaurada en el 2015. El estilo en que fue diseñada se encuentra ubicado en el periodo de transición entre el barroco y el neoclásico.
Obregón se había enriquecido gracias a la explotación de las minas de Catorce que le habían sido mercedadas gracias a la intercesión de la virreina, quien también le otorgó el grado de coronel del regimiento de Dragones de la Reina en Aguascalientes.
Cuando Napoleón invadió España, el rey Fernando VII abdicó al trono e Iturrigaray convocó a una junta de funcionarios para decidir las acciones a tomar. Sus enemigos reconocieron la oportunidad y acusaron al virrey de traidor al querer "declarar la independencia de México".
Para defenderse hizo avanzar sobre la capital del país los regimientos de Celaya y Aguascalientes, este último comandado por su íntimo amigo don Ignacio Obregón.
Iturrigaray fue aprehendido el 16 de septiembre de 1808 y días después fue enviado a España para que se le juzgase. Obregón también fue aprehendido, sin embargo logró escapar brincando por las azoteas de las casas vecinas.
Se escondió en su residencia, pero a finales de 1808 los espías realistas lograron dar con él y lo sacrificaron sin ruido ni escándalo en la quietud de aquel domingo leonés.
La columna de cantera que aún sobrevive y adorna la esquina exterior de aquella mansión fue restaurada en el 2015. El estilo en que fue diseñada se encuentra ubicado en el periodo de transición entre el barroco y el neoclásico.
La esquina de Pedro Moreno y 5 de Mayo en los años de 1930.
El fuste de la pilastra tiene motivos ornamentales labrados con una riqueza vegetal propia del barroco; además cuenta con cuatro bandas que son una especie de lienzos parecidos a un listón, que forman la frase: "Ave María, gracia plena", escritas al revés y de arriba hacia abajo.
Cuenta una vieja tradición que el alarife (nombre que se daba antiguamente al maestro de obras), tuvo a la vista el modelo que habría de copiar en una hoja de papel de barba (papel corriente con los bordes mal cortados) y que la tinta de huizache que se utilizó, terminó filtrándose hasta el otro lado del papel, leyéndose por el reverso como "anelp aicarg, airaM evA"… entonces el analfabeta y confundido cantarero, encargado de labrar las letras, las copió tal y como las vio.
En esa casa, en diciembre de 1810, se hospedó el general realista Félix María Calleja del Rey Bruder Losada Campaño y Montero de Espinosa, quien desde allí remitió al virrey Francisco Javier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana su plan de operaciones para abatir al cura Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor en Guadalajara.
Años más tarde, en abril de 1821, el futuro emperador de México, don Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu -al ocupar León-, también llegó a la misma casa; desde donde expidió una proclama para tranquilizar a los "europeos" en sus temores por el próximo fin de la guerra de independencia y solicitó diversos préstamos a diferentes leoneses para atender ciertas necesidades.
La casa terminó heredándola don Julián de Obregón, quinto de los once hijos de don Ignacio.
Don Julián llegó a ser alcalde de León e impulsó la industria local haciendo traer de Puebla artesanos que enseñaron a los leoneses el arte del curtido de pieles. Por ello, la gratitud local le ha conferido el título de "padre de la industria leonesa".
Cuenta una vieja tradición que el alarife (nombre que se daba antiguamente al maestro de obras), tuvo a la vista el modelo que habría de copiar en una hoja de papel de barba (papel corriente con los bordes mal cortados) y que la tinta de huizache que se utilizó, terminó filtrándose hasta el otro lado del papel, leyéndose por el reverso como "anelp aicarg, airaM evA"… entonces el analfabeta y confundido cantarero, encargado de labrar las letras, las copió tal y como las vio.
En esa casa, en diciembre de 1810, se hospedó el general realista Félix María Calleja del Rey Bruder Losada Campaño y Montero de Espinosa, quien desde allí remitió al virrey Francisco Javier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana su plan de operaciones para abatir al cura Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor en Guadalajara.
Años más tarde, en abril de 1821, el futuro emperador de México, don Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu -al ocupar León-, también llegó a la misma casa; desde donde expidió una proclama para tranquilizar a los "europeos" en sus temores por el próximo fin de la guerra de independencia y solicitó diversos préstamos a diferentes leoneses para atender ciertas necesidades.
La casa terminó heredándola don Julián de Obregón, quinto de los once hijos de don Ignacio.
Don Julián llegó a ser alcalde de León e impulsó la industria local haciendo traer de Puebla artesanos que enseñaron a los leoneses el arte del curtido de pieles. Por ello, la gratitud local le ha conferido el título de "padre de la industria leonesa".
La columna barroca que aún se encuentra en la esquina noroeste de la casa.
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