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Los primeros años independientes
De 1810 a 1850, León pasó de tener treinta mil habitantes a casi setenta mil y comenzó a ganarse, con justicia sobrada, el sobrenombre de "ciudad del refugio". Y aunque en lo político dependía del estado de Guanajuato, sus lazos de sangre, sus costumbres y sus relaciones de comercio lo vincularon cada vez más con la región de Los Altos de Jalisco de donde procedían gran cantidad de inmigrantes.
En julio de 1820 fue abolido en España y sus antiguas provincias ultramarinas el Tribunal de la Inquisición, así como las órdenes monásticas, por lo que en el mismo año abandonaron la villa los religiosos juaninos que administraban el Hospital del Espíritu Santo en San Juan de Dios, que quedó provisionalmente a cargo del ayuntamiento, hasta que fue puesto definitivamente bajo su administración el 12 de abril de 1823.
En marzo de ese año, Iturbide se vio obligado a abdicar. Se exilió en Europa y un año después volvió a su país, ignorando que el congreso mexicano lo había declarado traidor. Detenido a su llegada, el forjador de la independencia fue fusilado a los cuarenta y un años de edad. Tardaría tiempo en ser reconocido como padre de la patria; en 1838, bajo la presidencia de Anastasio Bustamante
El 17 de enero de 1825 las autoridades municipales acordaron la instalación de una junta de sanidad, que entre otros menesteres previno a los dueños de perros que no los dejaran sueltos en las calles, pues serían sacrificados debido al alto índice de rabia que se estaba presentando.
También ese año se nombró una comisión a efecto de definir los límites entre el Pueblo del Coecillo y la Villa de León para dirimir las dudas que por entonces existían.
Frente al Oratorio de San Felipe Neri hubo un parquecito llamado de la Vera Cruz, y en una de sus fincas estuvieron los despachos del Tribunal de la Santa Inquisición en León, que fueron abolidos en julio de 1820. Hoy su lugar lo ocupa un estacionamiento.
El 12 de septiembre, a través de una comisión formada por los regidores don Mariano Pacheco, don José Obregón y Portillo, don José María Pacheco y Guzmán y don Agapito Rosas, dispusieron por primera vez celebrar el aniversario del inicio de la revolución de independencia.
Escribe don Carlos Navarro: "En 1825 tuvo lugar una gran fiesta patria que se inició el 15 de septiembre a las diez de la noche con repique a vuelo en la parroquia y demás templos, acompañado de salva de artillería; con infinidad de cohetes, disparos de fusil, vivas y demás demostraciones de alegría, sin haberse registrado el menor desorden. Al día siguiente se ofició una misa con Te Deum a la que concurrió el ayuntamiento, oficialidad y vecindario. Por las noches del 15 y 16 hubo iluminación general y termino el festival con una serenata que dio la música militar de la villa".
Fue hasta 1875 que los festejos de independencia se celebraron con mayor magnificencia que los de la fundación de la villa.
En 1828 el ayuntamiento decidió la unificación de los portales de la entonces llamada Plaza de la Constitución –por la Constitución de 1812-, pues en aquel entonces lo que hoy es el Portal Guerrero solo llegaba hasta la mitad y otras fachadas alrededor de la plaza tampoco los tenían, lo que le daba un aspecto irregular y discontinuo.
El jefe político don Fernando de Septién e Ibarra fue comisionado para pedir un préstamo al acaudalado vecino de Silao don Ignacio Gutiérrez, con el fin de llevar a cabo la obra, pero este se negó a otorgar los fondos y solo hasta finales de siglo se logró la unificación gracias al eminente arquitecto inglés don Luis Long.
En 1828 el ayuntamiento decide la unificación de los portales de la entonces llamada Plaza de la Constitución –por la Constitución de 1812-, cosa que no se logró sino hasta finales de ese siglo (La foto es de principios del Siglo XX).
Don Mariano González narra en su obra "León, trayectoria y destino": "Un personaje que se distinguió notablemente desde los años del Primer Imperio hasta los de la República Federal fue don Pedro Cevallos y Cossío, conde de la Presa de Jalpa por su matrimonio con la heredera de este título, doña María Manuela Monterde y Albarrán. Dueños de la extensa Hacienda de Jalpa (…) Don Pedro y doña Manuela habitaban en esa finca rústica y pasaban largas temporadas en la enorme casona que poseían en la esquina de las calles de la Santísima Trinidad y de la Gloria (Pino Suarez y Díaz Mirón).)".
Don Pedro fue Alcalde Constitucional de León en los años del emperador Iturbide y bajo su firma se publicaron todos los bandos y decretos. El opulento capital de su familia, su ilustre ascendencia, su título de Castilla, la recia personalidad y opulencia de su esposa la condesa María Manuela y la belleza de sus hijas, lo convirtieron en importantísimo elemento de aquella sociedad en los primeros años de la república.
Era su casa punto de reunión de toda la sociedad de entonces: sólo la muerte de la condesa, acaecida a medio siglo, iniciaría una nueva etapa en la vida social leonesa.
La Mansión de los Condes de la Presa de Jalpa se encontraba en la esquina de Pino Suárez y Díaz Mirón; sus jardines abarcaban el resto de la cuadra.
León crecía, y muchos de sus ranchos a los alrededores se convertían en poblados, como por ejemplo Los Castillos y San Pedro de los Hernández: "Desde 1635 –Escribe don Mariano González- el peninsular Pedro de Castilla Albo había adquirido, al norte de la villa, un rancho de trescientos setenta acres para que fuera compartido por sus descendientes mulatos e ilegítimos. La construcción de una capilla en el sitio, dio a este cierto aspecto de pueblo, y poco a poco los descendientes de Castilla fueron enajenando sus tierras. A principios del siglo XIX "Los Castillos" era ya una comunidad densamente poblada".
San Pedro de los Hernández, al costado del pueblo del Coecillo, había sido originalmente un rancho adquirido a mediados del siglo XVII por el indio Pedro Hernández. Para 1804 el área se hallaba tan densamente poblada que un grupo de los Hernández le pidió a la Corona el reconocimiento de su ranchería como un pueblo indio. Sin embargo no hubo respuesta a esa solicitud y fue hasta la década de 1850 cuando San Pedro de los Hernández se elevó al nivel de congregación civil.
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