Vaya al Contenido
Don Luis Long
Personajes leoneses hay muchos… reconocidos por haber contribuido al crecimiento y mejoramiento de la ciudad, no tantos. Quienes serán recordados siglos después de su existencia, menos todavía.
Dentro de ese selecto grupo de personas reconocidas en su tiempo, que contribuyeron a mejorar la ciudad y cuyo nombre aún es recordado se encuentra don Luis Long, personaje nacido en Inglaterra y que, afortunadamente para nuestra ciudad, eligió vivir en ella.
Si a alguien le debe la ciudad una fisonomía más o menos definida es a don Cecilio Luis Long, inglés que emigró a México en el siglo XIX y que después de vivir en la Ciudad de México y en Guanajuato, estableció su residencia en nuestra ciudad y contribuyó enormemente en la construcción, restauración y decoración de innumerables edificios públicos, iglesias, casas particulares y otras obras.
Desde que llegó, su vida y su persona estuvieron envueltas en el misterio, pues muchos aseguraban que era de sangre azul y que estaba emparentado con la Casa Real de Inglaterra, de la cual recibía una cuantiosa pensión. Otros contaban que había inventado un pequeño motor eléctrico para relojes que no había podido patentar, ya que otra persona se le había adelantado; y que profundamente contrariado juró nunca volver a utilizar la energía eléctrica, razón por la cual no contaba con ella en su domicilio.
Si a alguien le debe la ciudad una fisonomía más o menos definida es a don Cecilio Luis Long, inglés que emigró a México en el siglo XIX.
A las historias anteriores se le sumaban otras… como que era hijo de Lord Cecil Rhodes, dueño de minas de diamantes en África y quien había creado un país completo llamado Rhodesia.
Todas leyendas, que sin duda se veían acrecentadas por su introversión y escaso número de amigos. Eso sí, tenía un hijo que presentaba como sobrino, aunque nunca se le conoció alguna relación sentimental.
De joven fue a estudiar para relojero a la ciudad de Le Locle, en Suiza. Llegó a México a trabajar a "La Esmeralda" con un sueldo de treinta mil pesos con el que vivía modestamente. Se estableció más adelante en Guanajuato, dedicado a su profesión de relojero, y posteriormente en León, ciudad que le agrado por su clima y por su gente, estableciendo su relojería en el Portal Guerrero.
El investigador francorrinconence, doctor Pascual Aceves Barajas escribió en 1955 una semblanza acerca de don Luis en la que lo describe físicamente: "Hombre con las características físicas del sajón, de cuerpo más bien alto; de ojos claros azules, de bigote rubio, de calvicie acentuada, usaba lentes, caídos frecuentemente sobre el lóbulo de la nariz; de mirada penetrante; escrupulosamente aseado, usaba sistemáticamente bastón y trajes de color plomizo, chaleco sin cerrar el último botón del cual pendía una leontina de oro, ligeramente encorvado, de hablar pausado y lleno de ponderación; al andar caminaba con pequeños pasos y un ligerísimo balanceo; hombre con la aureola de una respetable vejez, era de pocas palabras, callado, sereno; padecía de sordera y esto lo hacía ser un tributario de la vida interior y le había acarreado un temperamento de esos que los psiquiatras llaman introvertidos, y como era un positivo sabio tenía profundos conocimientos de las matemáticas, de la ingeniería civil, de la mecánica, de la relojería, de la astronomía, sobre todo de la arquitectura y de muchas otras ciencias".
La fama de buen arquitecto la adquirió gracias a los trabajos de restauración que hizo a la Catedral de León en 1884, la cual presentaba un desnivel en una de sus torres y una peligrosa falla de construcción en su base; problema que solucionó colocando un sistema de columnas interiores. Un reconocido arquitecto que visitó la ciudad opino al respecto: "No pudo ser más acertado el arreglo que se la ha hecho". Luego de esto también remodeló el interior del templo, le construyó la capilla de San José y al reloj le adaptó un mecanismo de sonido, lo que contribuyó a estrechar su amistad con el segundo obispo de León, Tomás Barón y Morales.
Don Luis Long en su taller de relojería.
En los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, de nuevo le encargaron la restauración de una iglesia; en esta ocasión del recién construido templo del Inmaculado Corazón de María, el cual presentaba grandes fisuras en paredes y pilares que ponían en peligro su integridad. Los sacerdotes cerraron la iglesia y pidieron a don Luis su ayuda. Finalmente el inglés determinó que habrían de engrosarse los pilares y suprimirse la torre de cantera que aún no se construía.
En 1894 asumió el cargo de superintendente de Obras Públicas del Estado, cargo que ocupó hasta 1900, año en que el ayuntamiento de León le encargó redactar un reglamento para la oficina inspectora de obra pública. Cinco años más tarde le pidió otro para la construcción de obras particulares.
Durante su estadía en la capital del estado, Long intervino en el diseño, construcción y reparación de diversas obras,, como hospitales, molinos, el Banco Nacional, la cortina de la presa de La Esperanza e incluso terminó el teatro Juárez; pero la obra más destacada en la que participó fue la del Palacio Legislativo.
También trabajó en Celaya, Salamanca, Silao y San Francisco del Rincón, donde construyó el Palacio Municipal y elaboró los planos del teatro "de la paz", el cual nunca se construyó. Pero sus servicios no solo fueron solicitados en nuestro estado, ya que con bastante regularidad se comunicaban con él desde Aguascalientes, Zacatecas, Michoacán, Puebla y Veracruz.
En León construyó la Escuela Modelo, el aula mayor del antiguo Convento Franciscano, la casa de don Ignacio Madrazo, el Portal de Las Tullerías, el Puente Barón sobre el río de Los Gómez, el Malecón del mismo río, el cual le encargó el gobernador Manuel González después de la inundación de 1888; el Monte de Piedad y muchísimas obras más.
En su propia casa, ubicada en lo que hoy es la calle Pedro Moreno, entre Hermanos Aldama y Donato Guerra, detrás del Teatro Doblado, en 1904 construyó una torre que aún existe.
En su casa de la calle Pedro Moreno se construyó una torre que sobrevive hasta nuestros días.
De nuevo el doctor Pascual Aceves nos ofrece una detallada descripción del lugar: "Se mandó construir en su casa una airosa y elegante torrecita formada de varios pisos, tendiendo en el primero una habitación doble, amplia, luminosa, en una de las cuales tenía en un lado una sección de fotografía y mesas e implementos de ingeniería, porque era un magnífico dibujante, y además su cama de hierro, con colchón sencillo de lana y un cobertor de varios colores (era un gran mexicanista); un baúl de los llamados "mundos", y en la otra una recamara moderna, amueblada a todo confort, que no usaba.
En el segundo piso un taller de relojería, con esmeril, tornos y toda la herramienta para la fabricación y compostura de relojes. En el tercer piso tenía una fragua a forja para hierro. En el cuarto tenía un tinaco grande blindado para conservar agua caliente y en el último piso todo un laboratorio y su biblioteca científica.
Al morir la regaló al ayuntamiento de León, y en la época en que el señor doctor don Jesús Rodríguez Gaona fue director de la Escuela Preparatoria, gestionó del ayuntamiento que obsequiara dicha biblioteca a la mencionada escuela".
En el segundo piso un taller de relojería, con esmeril, tornos y toda la herramienta para la fabricación y compostura de relojes. En el tercer piso tenía una fragua a forja para hierro. En el cuarto tenía un tinaco grande blindado para conservar agua caliente y en el último piso todo un laboratorio y su biblioteca científica.
Al morir la regaló al ayuntamiento de León, y en la época en que el señor doctor don Jesús Rodríguez Gaona fue director de la Escuela Preparatoria, gestionó del ayuntamiento que obsequiara dicha biblioteca a la mencionada escuela".
Podría decirse que también fue decorador y mercadólogo, pues para las fiestas de enero de 1894 colaboró en el diseño del carro alegórico que representaba a "la ciencia" y que se exhibió en el desfile; además para algunos almacenes comerciales diseñaba mostradores y la distribución que deberían guardar para realizar más y mejores ventas.
Fue maestro de la Escuela Preparatoria y para que sus alumnos practicaran en el Observatorio Meteorológico, construyó algunos aparatos e instrumentos. También construyó el telescopio que tenía en su observatorio personal y que finalmente heredó a la escuela.
"Era un hombre estudioso, gran memorista y muy minucioso; tenía correspondencia con muchos sabios de Europa, Estados Unidos y México. Sabía detalladamente los pormenores de la construcción y el costo de la construcción del Canal de Panamá (…) Era políglota y hablaba muy bien el inglés, francés, alemán, italiano y español."
En 1908 emprendió un viaje alrededor del mundo, visitando Japón, China, India, Egipto, Italia y Francia.
Después de la inundación de 1888, el gobernador del estado le encargo construir lo que hoy es malecón del río de los Gómez.
Don Luis era un solitario (sus asiduos acompañantes eran un perro, un perico y un mozo fiel apellidado Reyes), contaba con pocos amigos y sus relaciones sociales eran muy contadas, se dice que a causa de su sordera. Sin embargo tuvo amistad con don Mariano Leal, el coronel Ricoy, don Diódoro Valdivia, el doctor Pablo del Río, don Otto Rogenhofer, don Elías Amézquita y el obispo Barón y Morales, con quien sostenía frecuentes discusiones filosóficas. Luis Long pertenecía a ritos diferentes a los católicos, en los que alcanzó el más alto grado, pero era muy respetuoso de las creencias de los demás.
"Aquella amistad con el obispo –Escribe don Mariano González Leal- y la de otros leoneses particularmente interesados en el asunto de la conversión al catolicismo del sabio inglés determinaron a la postre que don Luis abjurase de su religión para solicitar su bautismo y su admisión a la iglesia católica, según consta en la documentación relativa que se conserva en la Parroquia del Sagrario y en el archivo de la Mitra de León. El propio monseñor Barón hubo de ungir al científico con las aguas bautismales".
Hechos tal vez no tan trascendentes como los expuestos con anterioridad, pero que a fin de cuentas ayudaron a crear esa aura de misterio que siempre lo rodeó, son, por un lado, la existencia de un tal Tomás Long que en ciertas ocasiones lo acompañaba y a quien presentaba como su sobrino y que se aseguraba que en realidad era su hijo natural, que emigró a Cuba, era un competente dibujante, trabajó para la prensa y tomó parte en la Primera Guerra Mundial. Por otro lado se encuentra su vida sentimental, sobre la cual comenta el doctor Aceves en su semblanza:
A principios del Siglo XX construyó la esquina que fue conocida con el nombre de "Las Tullerías".
"Vivió el episodio de los sabios auténticos, abstraídos y ensimismados, que acaban por enamorarse de su doméstica".
Mariano González Leal, acerca del mismo tema, escribió: (…) se decía también que tenía una novia en León con la que sostenía una antigua relación que nunca culminó en el matrimonio (…) se decía también que había alimentado largamente un amor platónico, pero en alguna ocasión en la que mi bisabuela doña Celestina llegó a insinuarle el tema en la conversación, don Luis no ocultó su disgusto y dejó por dos martes consecutivos de visitar la casa, con lo que jamás volvió a tocarse el escabroso punto en la tertulia familiar".
Don Cecilio Luis Long, el hombre extraordinario, que en tan pocas ocasiones recordamos en la actualidad, murió de neumonía, solo, en el mes de abril de 1927 a los 72 años de edad. Un empleado suyo tramitó la perpetuidad de su última morada.
La Casa Madrazo también es obra suya.
Sírvase preferir a nuestro
amable patrocinador:
Regreso al contenido