Los últimos cristeros
Joaquín Amaro, ministro de la Defensa Nacional visitó León en febrero de 1927, pero la población en general lo desairó, y como venganza envió como jefe de guarnición de la plaza al general de brigada Daniel Sánchez, quien de inmediato hizo comparecer ante él a cuanta mujer transitaba por la calle vestida de color negro, ya que alegaba que era una forma de protestar contra el gobierno.
El 23 de abril los cristeros descarrilaron el tren del general Amarillas, por lo que Sánchez se vengó sacrificando al padre español Andrés Solá, al padre Trinidad Rangel y al señor Leonardo Pérez, a quienes culpó y fusiló a un lado de las vías del tren descarrilado. No hace mucho los tres fueron declarados santos, como mártires de San Joaquín.
"El general Sánchez y sus soldados aprehendieron a los obreros. Fue a buscar a Florentino Álvarez, que desde 1924 desempeñaba el cargo de presidente de la Confederación Diocesana del Trabajo. Prisionero, se le condenó a muerte junto con otros tres obreros. Fue conducido al cerro del Santuario y llenándolo de insultos e hiriéndole a cada paso, hasta que sumamente desangrado no pudo ya caminar y cayó al suelo frente a una fábrica de mosaicos. Los soldados descargaron entonces sus fusiles para matarle; pero no sin que Florentino pronunciara: ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!" (Rodolfo Herrera Pérez, León cinco siglos contra viento y marea).
El 23 de abril los cristeros descarrilaron el tren del general Amarillas, por lo que Sánchez se vengó sacrificando al padre español Andrés Solá, al padre Trinidad Rangel y al señor Leonardo Pérez, a quienes culpó y fusiló a un lado de las vías del tren descarrilado. No hace mucho los tres fueron declarados santos, como mártires de San Joaquín.
"El general Sánchez y sus soldados aprehendieron a los obreros. Fue a buscar a Florentino Álvarez, que desde 1924 desempeñaba el cargo de presidente de la Confederación Diocesana del Trabajo. Prisionero, se le condenó a muerte junto con otros tres obreros. Fue conducido al cerro del Santuario y llenándolo de insultos e hiriéndole a cada paso, hasta que sumamente desangrado no pudo ya caminar y cayó al suelo frente a una fábrica de mosaicos. Los soldados descargaron entonces sus fusiles para matarle; pero no sin que Florentino pronunciara: ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!" (Rodolfo Herrera Pérez, León cinco siglos contra viento y marea).
El 23 de abril los cristeros descarrilaron el tren del general Amarillas, por lo que el general Sánchez se vengó sacrificando al padre español Andrés Solá.
Por andar atendiendo enfermos, el 14 de septiembre fue hecho preso el padre José Pérez, así como otras personas que fueron sorprendidas en casa de la señora Durán, viuda de Navarro.
Sabiendo que matarían al padre, los habitantes del Coecillo amenazaron con hacer tal alboroto que el general montó en cólera y se preparó para resistir cualquier asalto. Por la noche, ordenó aprehender a cualquiera que anduviera por la calle.
"¡A los primeros disparos que hagan contra nosotros, lo fusiló –le grito el general Sánchez al padre Pérez- y luego a las señoras!
El ataque que tenía planeado Cecilio Cervantes y su cuadrilla fue suspendido. El padre fue enviado a Irapuato y de allí a México, donde fue puesto en libertad.
"El 16 de marzo de 1928 fueron fusilados en el panteón de San Nicolás, José María Muñoz (…) y J. Luz Vilches. Ambos de común llevaban parque a las fuerzas de Domingo Anaya. Unos días después, el 21 de marzo, hicieron lo propio con Bibiano Martínez, un humilde albañil de San Miguel que quedó encargado de su parroquia (…) fue fusilado por negarse a entregar las limosnas del templo." –continúa don Rodolfo Herrera Pérez.
El 1 de diciembre de 1928 llego como presidente interino del país el licenciado Emilio Portes Gil, quien puso fin a las políticas de Calles. Oficialmente el conflicto cristero terminó el 21 de junio de 1929, sin haberse firmado documento alguno cuando la iglesia acepto la superioridad del estado y el gobierno la realidad religiosa.
A las 10 de la mañana de ese día se dejaron oír las campanas de todos los templos de la ciudad. El 9 de julio se reanudaron los cultos en la Parroquia del Sagrario y en el Señor de la Salud; el 15 en el Coecillo y el 29 en San Miguel.
Sabiendo que matarían al padre, los habitantes del Coecillo amenazaron con hacer tal alboroto que el general montó en cólera y se preparó para resistir cualquier asalto. Por la noche, ordenó aprehender a cualquiera que anduviera por la calle.
"¡A los primeros disparos que hagan contra nosotros, lo fusiló –le grito el general Sánchez al padre Pérez- y luego a las señoras!
El ataque que tenía planeado Cecilio Cervantes y su cuadrilla fue suspendido. El padre fue enviado a Irapuato y de allí a México, donde fue puesto en libertad.
"El 16 de marzo de 1928 fueron fusilados en el panteón de San Nicolás, José María Muñoz (…) y J. Luz Vilches. Ambos de común llevaban parque a las fuerzas de Domingo Anaya. Unos días después, el 21 de marzo, hicieron lo propio con Bibiano Martínez, un humilde albañil de San Miguel que quedó encargado de su parroquia (…) fue fusilado por negarse a entregar las limosnas del templo." –continúa don Rodolfo Herrera Pérez.
El 1 de diciembre de 1928 llego como presidente interino del país el licenciado Emilio Portes Gil, quien puso fin a las políticas de Calles. Oficialmente el conflicto cristero terminó el 21 de junio de 1929, sin haberse firmado documento alguno cuando la iglesia acepto la superioridad del estado y el gobierno la realidad religiosa.
A las 10 de la mañana de ese día se dejaron oír las campanas de todos los templos de la ciudad. El 9 de julio se reanudaron los cultos en la Parroquia del Sagrario y en el Señor de la Salud; el 15 en el Coecillo y el 29 en San Miguel.
Oficialmente el conflicto cristero terminó el 21 de junio de 1929, sin haberse firmado documento alguno, cuando la iglesia acepto la superioridad del estado y el gobierno la realidad religiosa.
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