Asesinato en el Círculo Leonés
León festejaba su aniversario número 344 aquel mes de enero de 1920 con las grandiosas fiestas que ya eran famosas en todo México.
A la inauguración acudió el entonces gobernador del estado de Guanajuato don Agustín Alcocer, acompañado de varios colaboradores, entre los que se encontraba un capitán de apellido Peñaranda y su asistente, un oficial de menor graduación de cuyo nombre y apellido ya nadie se acuerda.
Escribe don Timoteo Lozano en "Estampas Leonesas": "El capitán de referencia, con algunos de sus compañeros y amigos, jugaba esa mañana al dominó en los altos del Círculo Leonés Mutualista, situado en el lugar que ahora ocupa el Hotel Condesa (hoy Ramada Plaza), habiéndole correspondido como compañero el estudiante Juan Acosta. Como era de rigor, saboreaban espumosos vasos de cerveza amenizados con las famosas quesadillas de don Goyo, mientras en el primer piso don Heriberto Hernández, serio y enlevitado ejecutaba al piano algunas de las canciones de Justino Sánchez, acompañado por un quinteto de cuerdas (…)"
Peñaranda y Acosta comenzaron a perder el juego y entre ellos surgió una discusión, que con el pasar de los minutos subió de tono, al extremo de que el militar soltó un puñetazo en la cara del estudiante, rompiéndole los lentes.
Durante la primera década del siglo XX, el Círculo Leónes Mutualista se encontraba en la que había sido residencia de don Ángel Bustamante y que después ocupó el Gran Hotel Condesa en sus inicios.
Sin decir nada más, Acosta salió a la calle, para regresar poco después con una pistola en la mano y vaciar el cargador completo sobre la humanidad de Peñaranda, quien le daba una mordida a la última quesadilla que probaría en su vida.
Ante la estupefacción de los presentes, Acosta no corrió hacia la calle, sino a esconderse al segundo patio de la que el siglo anterior había sido la casa de don Ángel Bustamante.
Una vez avisado, el asistente del capitán Peñaranda llegó a la escena del crímen acompañado de varios soldados de las fuerzas de seguridad del estado y visiblemente encolerizado, juró vengar la muerte de su superior y amigo.
Los militares comenzaron a revisar hasta el último rincón de las instalaciones del Círculo Leonés. Continúa relatando don Timoteo Lozano: "Desesperado y lleno de rabia, nuestro hombre subió una vez más al segundo piso, ordenando a uno de sus subalternos que se descolgara por una cuerda para mirar por una claraboya que se abría sobre la puerta de entrada al vapor, y en la que había un saliente de madera, por la parte interior, que sirvió de escondrijo al perseguido. Al grito de "acá está", el oficial penetró al lugar señalado, y previa orden de que se entregara, vació toda la carga de su 45 sobre el cuerpo de Acosta".
El cuerpo del estudiante fue bruscamente echado a la calle, donde recibió una patada del asistente de Peñaranda quien después de escupirlo exclamó: "Estás vengado, hermano".
El ejecutor de la venganza nunca fue juzgado por el crimen, aunque se sabe que al terminar el mandato de don Agustín Alcocer como gobernante, se dio de alta en el Cuerpo de Bomberos en la Ciudad de México, y que en ocasión del incendio de la ferretería "La Sirena", pereció horriblemente quemado al caer con varios compañeros del segundo piso a la hornaza que formaban mercancías y combustibles.
Ante la estupefacción de los presentes, Acosta no corrió hacia la calle, sino a esconderse al segundo patio de la que el siglo anterior había sido la casa de don Ángel Bustamante.
Una vez avisado, el asistente del capitán Peñaranda llegó a la escena del crímen acompañado de varios soldados de las fuerzas de seguridad del estado y visiblemente encolerizado, juró vengar la muerte de su superior y amigo.
Los militares comenzaron a revisar hasta el último rincón de las instalaciones del Círculo Leonés. Continúa relatando don Timoteo Lozano: "Desesperado y lleno de rabia, nuestro hombre subió una vez más al segundo piso, ordenando a uno de sus subalternos que se descolgara por una cuerda para mirar por una claraboya que se abría sobre la puerta de entrada al vapor, y en la que había un saliente de madera, por la parte interior, que sirvió de escondrijo al perseguido. Al grito de "acá está", el oficial penetró al lugar señalado, y previa orden de que se entregara, vació toda la carga de su 45 sobre el cuerpo de Acosta".
El cuerpo del estudiante fue bruscamente echado a la calle, donde recibió una patada del asistente de Peñaranda quien después de escupirlo exclamó: "Estás vengado, hermano".
El ejecutor de la venganza nunca fue juzgado por el crimen, aunque se sabe que al terminar el mandato de don Agustín Alcocer como gobernante, se dio de alta en el Cuerpo de Bomberos en la Ciudad de México, y que en ocasión del incendio de la ferretería "La Sirena", pereció horriblemente quemado al caer con varios compañeros del segundo piso a la hornaza que formaban mercancías y combustibles.
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